Por Israel Calzadilla
¿Cómo podríamos describir a una artista que hace la música que desea en la manera en que más le place y ser un éxito? Björk sería la mejor manera de llamarle. Un nombre que habla por si sólo y nos tiene acostumbrados a la sorpresa con cada disco. Sin duda alguna, “Medúlla” (su quinto álbum en estudio) es la producción más emprendedora y desafiante que ha realizado. La mayor parte del disco está compuesto por capas o cubiertas de voces unas sobre otras, arregladas en armonías o disonancias, como es el caso de “Vokuro”y “Oll Birtan”. Otras, como “Show Me Forgiveness”, son excelentes demostraciones a capella de la particular voz de la cantante. Los instrumentos tradicionales han sido removidos por completo de este disco, el cual fue grabado en más de 12 locaciones diferentes y producido por la propia cantante.
Para realizar su visión innovadora y ciertamente radical, Bjork se valió de los talentos de personalidades como la caja humana de ritmos Rahzel (The Roots), Mike Patton (Fantomas, Tomahawk), una coral islandesa, además del infalible Mark Bell, entre otros colaboradores que realizaron un trabajo sorprendente.
A Favor: Sumamente innovador y brillante, desafiante, profundo en su énfasis de llegar al punto mas primitivo que inspira la expresión vocal del canto.
En Contra: Si nunca has escuchado un disco de Bjork, este no es la mejor opción para empezar a hacerlo, puesto que es una producción muy íntima y personal, complicada e intensa, no muy digerible para personas que tienen un mayor aprecio por la música popular o por los trabajos más accesibles de la cantante.
Veredicto: Medúlla es la continuación lógica del álbum Vespertine, un paso constructivo e inspirante que supera cualquier expectativa creativa y artística, nos deja satisfechos y ansiosos a la espera de la próxima producción de la cantante.
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