Por Luis Bond
Need for Speed cuenta la historia de Tobey Marshall (Aaron Paul), un joven corredor de autos que vive en un pueblito atendiendo un taller mecánico con sus amigos de la infancia. A pesar de ser una joven promesa del mundo automovilístico, Marshall siempre se mantuvo bajo perfil, realizando de vez en cuando carreras ilegales en su pueblo ganando algo de dinero extra para pagar las deudas contraídas después de la muerte de su padre. Un día se le presenta a Marshall la oportunidad de competir en uno de los grandes circuitos de carreras ilegales del país, evento auspiciado por el excéntrico Monarch (Michael Keaton), y que tiene como premio principal que el ganador de la misma se lleva los autos de los otros competidores. Antes de poder participar en dicho evento, Marshall es inculpado en un crimen por su ex-amigo y rival Dino Brewster (Dominic Cooper). Gracias a esto, Marshall debe emprender una aventura para limpiar su honor en la que contará con la ayuda de sus amigos y Julia Maddon (Imogen Poots), una chica británica cuyo padre lo financiará para participar en una carrera en la que podría conseguir que se haga justicia.
Lo que fácilmente podría ser una película más de acción con autos modificados, chicas lindas y carreras, gana profundidad con un argumento que la hace ir un poco más allá de los autos. Parte del éxito recae en la actuación de Aaron Paul quien dota de profundidad a un personaje bastante accidentado y a la elección del cast de todos los personajes secundarios (incluyendo a la chica y al antangonista), quienes se presentan como figuras frescas en la pantalla. Su director y editor, Scott Waugh, trabajó durante muchos años como doble de acción, lo que le permite tener una visión muy personal de toda la puesta en escena de las carreras. Es precisamente este el punto a favor de Need for Speed: lejos de ser una película artificiosa que juega con la edición de planos de corta duración y con mucho movimiento (secuencias donde muchas veces uno no entiende bien qué sucede, como su homologa Rápido y furioso), el film de Waugh se apoya en planos de larga duración, estéticamente atractivos, haciendo que el espectador disfrute de las carreras al máximo y pueda apreciar cada detalle de las mismas. Need for Speed demuestra que no todo es edición y autos lujosos y que un buen argumento acompañado de personajes carismáticos pueden lograr resultados efectivos en un tipo de historia de acción aparentemente tan superficial. Una grata sorpresa para los amantes de los autos y, sobre todo, los videojugadores y fanáticos de Paul.
Lo mejor: la actuación de Aaron Paul y la química que tiene con Imogen Poots. Los personajes secundarios son súper simpáticos. La fotografía y la dirección, a pesar de ser una película de acción, están muy bien cuidados. Las escenas de choques son alucinantes.
Veredicto: después de películas tan emblemáticas como 60 segundos o la saga de Rápido y furioso, hacer una película de autos es algo que requiere valor. Need for Speed salió muy bien parada gracias a la personalidad de su Director, sus personajes e historia redonda. Le doy 4/5.