Todo ocurrió el pasado 11 de febrero en el festival Gulg Bike Week de Dubai. Suenan los primeros acordes de Rehab, el tema que hizo de Amy Winehouse una estrella mundial en el 2006. Y ahí está ella, más tiesa que un poste. Primero se acomoda el pelo con la mirada perdida, canta como si estuviera en una fastidiosa prueba de sonido, sin ganas, parece aburrida, despistada, se arregla las uñas, mira al suelo y hasta se mete el dedo en la nariz (literal). Termina la canción, que se hace eterna, y recibe un gran y merecido abucheo por parte del público.
De repente, la cantante toma el micrófono y encara a los asistentes: “¿Quieren tocar en la banda?”, dice.